Tito y Ranki eran los amigos imaginarios de una niña de dos años. Representados en los dedos de sus manos, mantenía con ellos una conversación animada y frecuente y hablaba de ellos como se refiere uno a los amigos.
Los niños de dos años no suelen tener amigos de referencia, su interacción está centrada en ellos mismos. El patrón de desarrollo precoz en diversas áreas es característica habitual de los niños de Alta Capacidad. Para cubrir una necesidad, que no estaba siendo satisfecha desde fuera, esta niña comenzó a generar un rico mundo interior que con los años iría creciendo.
La Sobreexcitabilidad Imaginativa se caracteriza por la facilidad para la fantasía, los sueños, la asociación que genera nuevas ideas, que inventa, que crea… Generalmente lo imaginado toma intensidad inusual al hacer uso de todos los componentes sensoriales. El animismo, el dotar de vida imaginaria a seres inanimados, es una de sus manifestaciones.
La capacidad de abstracción, de salir de lo concreto para generar nuevos espacios de creatividad, sin las restricciones del entorno palpable o visible, permite a las personas de AC y Superdotadas producciones inusuales en ámbitos diversos. La imaginación es la llave de la creatividad, la preferencia por el pensamiento divergente da lugar a expresiones, artísticas, literarias, musicales, científicas o técnicas singulares.
Lo vemos en los niños desde pequeños en la forma de jugar. Los mundos mágicos de hadas, duendes, dragones o cualquier otro elemento mitológico les permiten entrenarse en traspasar los límites de la lógica. Cualquier objeto es susceptible de infinitas interpretaciones: ¿qué ves en esa nube? ¿en qué puedo convertir esa caja? ¿Y si…?
Tanto los niños de AC como los adultos Superdotados huyen del aburrimiento. La curiosidad y la diversidad de intereses les ponen en una senda de búsqueda continuada de novedad que contribuye a esa enorme capacidad para la creatividad.
Algunas investigaciones en el ámbito de la neurociencia indican que es el hemisferio cerebral derecho el encargado de procesar la novedad y el izquierdo el de la información rutinaria. Los estudios correlacionales apuntan a un mayor grosor del cuerpo calloso (la estructura que comunica los dos hemisferios) en superdotados que justificaría una mayor velocidad en el traspaso de información de uno a otro, un aprendizaje más rápido y, como consecuencia, la necesidad de buscar más novedades a las que prestar atención.
¿Cómo guiamos la energía de esos mundos especiales?
Reconozcamos esa capacidad extraordinaria para imaginar. Expliquemos a nuestros hijos y alumnos que la imaginación conduce a la creatividad, que ver el mundo de forma diferente ayuda a que este evolucione.
Busquemos espacios para la comunicación, animémosles a expresar todo aquello está “en su cabeza”. En función de la edad y la modalidad, lo podrán hacer de forma más plástica, en un relato, una melodía… Ayudémosles a plasmar lo que pueden imaginar. Eso es crear.
Promovamos la utilidad de esas producciones, ¿qué usos o beneficios puede tener esto que has imaginado/creado? De nuevo nos sorprenderá su pensamiento divergente.
La imaginación y el pensamiento divergente ayudan a resolver problemas. Canalicemos esa energía hacia retos adecuados.
Enseñemos autorregulación. ¿Qué espacios y tiempos son susceptibles de dejar volar la imaginación? ¿Qué es real y qué es imaginario?
No está de más invitarles a registrar en algo parecido a un diario las ideas divergentes sobre las que trabajan. Puede ser una excelente incubadora.