Como si se pudiera elegir…
Eso me decía hace no mucho una madre en cuya familia hay varios antecedentes de Alta Capacidad. El hijo, la persona, ES. No elegimos como queremos que sea, lo aceptamos tanto si es rubio como si es moreno, si tiene los ojos verdes, azules o marrones, si es más listo o menos, etc.
¿Qué hay de malo en la Alta Capacidad que los padres (algunos padres) no la quieren para sus hijos?.
El proceso de homogeinización educativo y social es tan potente que nos asusta lo diferente y entrar en el rango de la normalidad nos parece una aspiración legítima.
Siempre he mirado con suspicacia el término “normal”. Las acepciones son muchas y entre ellas: “que se encuentra en su medio natural”. ¿No está una persona de Alta Capacidad en su medio natural?
Otra: “aquello que es regular y ordinario para todos”, ¿diríamos común?
O la estadística: “que se acerca al
«. Creo que la distribución normal que se aplica a la inteligencia es artificial, y no creo que Gauss (que era superdotado) implicara valoración cualitativa de los brazos de su campana, pero la realidad es que no aceptamos lo extraordinario, a veces, sin entrar a valorar si es bueno o no.
Seguimos asociando diferencia con exclusión. ¿A qué es debida tan poca tolerancia? ¿Por qué no se da la bienvenida a la individualidad y a las aportaciones no tan comunes? ¿Son tan fuertes los mitos que asocian diferencia a infelicidad? ¿Qué nos da miedo? ¿De qué nos defendemos?
Desde aquí trabajamos para que la Alta Capacidad sea conocida y aceptada. La diversidad permite contribuir a la Sociedad en infinitas formas y todas ellas suman.
Esta definición es de la Wikipedia y la he elegido a conciencia, porque, exacta o no, refleja el sentimiento general respecto a aquello, que por la razón que sea, se aleja de la norma.